Bastante preocupados por cómo la gente más “egoísta” llega a altas cuotas de poder, hace poco os mostrábamos los posibles efectos del sesgo cognitivo Dunning-Kruger. Vayamos un paso más. En este genial artículo de El Confidencial nos recuerdan una expresión inglesa que nos puede ayudar a entenderlo: Kiss up kick down.
Es muy difícil traducirla pero sería algo así como “besando a los de arriba y pateando a los de abajo“.
Pero, ¿por qué muchas veces los políticos o empresarios con menos ética son los que llegan a cotas más altas de poder?
¿Realmente es así?
Cada vez más investigaciones y libros intentan identificar si son los rasgos positivos o negativos los que llevan a una persona a convertirse en un líder de éxito y, curiosamente, pisotear a los demás no aparece estar entre sus consejos:
Y, sin embargo, casi todos hemos observado en algún momento de nuestras vidas cómo las peores personas que conocemos suelen llegar muy lejos, mientras que las más amables parecen tener problemas para prosperar económicamente (felicidad a parte).
Solemos quejarnos ante esta situación que consideramos injusta, pero ¿realmente hacemos algo para impedirlo?
Según muestran las investigaciones realizadas por el profesor de la Universidad de Ámsterdam Gerben van Kleef, las personas más odiosas no solo parecen más poderosas, sino que su comportamiento les ayuda a prosperar:
La igualdad es insultante para ellos
En la era de la crisis de la autoestima, el narcisista es el rey. El hombre enamorado de sí mismo, imbuido de unos encantos de origen casi divino, es una figura recurrente desde la Grecia clásica. No se trata de algo nuevo, pero si de una tendencia que vuelve a tomar fuerza.
Es el caso, por ejemplo, de The Narcissism Epidemy (Free Press), que bajo el subtítulo de la era de las exigencias, defiende la idea de que el humano contemporáneo ha creado una sociedad egocéntrica y egoísta a base de considerar su libertad individual y éxito personal como los mayores éxitos posibles. A día de hoy, en psicología clínica, el narcisismo es considerado una patología que se relaciona con los delirios de grandeza y la distorsión de la realidad.
Aaron James, autor de Assholes: a Theory (es decir, Gilipollas: una teoría), va un paso más allá y considera que los assholes reúnen tres cualidades que los diferencian de los psicópatas y que les permiten prosperar a pesar de su carácter:
- De forma sistemática, se permiten establecer determinadas ventajas sobre los demás;
- lo hacen porque creen que se lo merecen;
- les da igual lo que piensen los demás. Al contrario que los psicópatas, saben que los demás tienen derechos y sentimientos, pero les da igual.
Lo que les distingue es esa certeza sobre la moralidad de sus actos. No se están saltando las normas, simplemente están actuando como les corresponde. Desde esa perspectiva, la misma idea de igualdad, el hecho de que alguien pueda estar a su altura, resulta insultante para los asshole.
Aaron James define a los asshole como “esa clase de tipos que se creen autorizados para gozar de ventajas especiales en la vida cooperativa a partir de un sentido de la legitimación que les inmuniza contra las quejas de los demás. Y en tanto están inmunizados sienten que no tienen que respetar a los demás”.
Estas personas se saltan los límites de la convivencia, pueden saltarse una cola, no pagar impuestos o tratar mal a los demás, pero siempre con la sensación de que tienen todo el derecho de hacerlo porque son especiales, justificándolo porque son superiores, porque ocupan un lugar destacado en la sociedad o porque los poderosos no deben rendir cuentas a gente sin cuotas de poder.
Debemos recordar que tenemos derecho a ser tratados como iguales y, por tanto a ser oídos, y no deberíamos ceder a las pretensiones del asshole. Eso sí, es más fácil decirlo que hacerlo, porque suelen ser tipos cuya capacidad de manipulación es muy alta.
Lo que parece evidente es que los asshole existen y están cada vez más de moda y socializados en culturas que les empujan hacia actitudes más insensibles.
De la “gilipollez” a la psicopatía
El periodista británico Jon Ronson en su libro ¿Es usted un psicópata? Un viaje a través de la industria de la cultura nos advierte que la psicopatía es más frecuente en las altas esferas ya que considera que muchos de los psicópatas de cuello blanco no solo no cometen crímenes, sino que llegan a ser tremendamente exitosos en sus profesiones.
Según el autor, la búsqueda del éxito es un rasgo común a la psicopatía, pero este no tiene por qué traducirse necesariamente en la búsqueda de una gran fortuna, sino de poder y puede limitarse a tener aterrorizada a una pequeña oficina, lugar de trabajo o familia.
“Vivimos en una época histórica en la que el único método para triunfar en la vida es la manipulación de los demás. Nos utilizamos unos a otros como si fuésemos las piezas de un tablero que, cuando dejan de servir a nuestros fines, simplemente los dejamos de lado”.
También describe así los mecanismos de movilidad social, la psiquiatra y psicoanalista Marie-France Hirigoyen, autora del ensayo El abuso de la debilidad. Conocida por su anterior bestseller llamado El acoso moral, en este nuevo ensayo nos recuerda que “la manipulación se ha profesionalizado y globalizado” en todos los ámbitos de la vida pública y privada, desde el político y financiero, hasta el empresarial e, incluso, familiar.
Por tanto, su lectura de la crisis no es tanto económica, sino de “falta de confianza en el prójimo”. Y, por ende, la confianza en el prójimo podría ser la solución.
Los abusos de debilidad son una forma de violencia psicológica que, debido a su repetición sistemática, se acaban convirtiendo en una forma de abuso moral o coacción traspasando las fronteras de lo aceptable.
La ética personal y social como solución
Esta realidad descrita por la autora se basa en el ímpetu cortoplacista de obtener resultados inmediatos en lugar de pensar en el largo plazo. Como consecuencia, la ciudadanía vive en una manipulación permanente que lo único que acaba produciendo es una “insatisfacción global de toda la ciudadanía“.
Aunque Hirigoyen reconoce que es difícil salirse del camino marcado, propone como parapeto que cada uno defina muy bien su personalidad y su ética para saber decir basta cuando llegue el momento.
“No podemos aceptar lo que nos echen en cara, debemos negarnos cuando sea necesario e imponer nuestro criterio. De este modo, podremos construir una especie de defensa contra la manipulación”. El estatus de víctima no es irreversible y puede superarse con la voluntad de afrontar el problema.
A pesar de este escenario, la autora es optimista con el futuro porque, dice, ya hemos empezado a identificar estos excesos y, poco a poco, se están implantando mecanismos correctivos.
“Hay muchos políticos y empresarios que quieren comenzar a gestionar con otras formas y la sociedad también se está dando cuenta y, en un tiempo no muy lejano, acabará reaccionando”.
Nosotros, nos quedamos con esta gran frase:
Diseño Social says
Si comemos comida basura, nos ponemos tetas de plástico, vemos tele basura, llamamos ocio a ir al centro comercial, nos vestimos ‘a la moda’, escuchamos los hits ‘del momento’, nos drogamos para sobrellevar el día a día (azucar, cafeína, ibuprofeno, cocaína….) y los ricos de cada país (bien educados y formados) no son mucho mejores y quizás aún peores… no debería sorprendernos todo esto. No son los políticos, es cómo el sistema lo empapa todo. Un dios se hace a imagen y semejanza de su pueblo.
Y todo eso contando que los recuentos de votos y el proceso democrático no es manipulado, tendencioso y absurdo (en España votamos sin conocer el programa electoral y además, ese programa electoral ni es vinculante ni tiene responsabilidades administrativas o penales su no cumplimiento).
En un mundo que yo entendería como sensato (mi micromundo de activismo social) pero que desde luego no se ajusta a la realidad de millones de habitantes de occidente, Sanders hubiera ganado con facilidad.
Nos quedan por afrontar unos años muy interesantes. Estemos despiertos, críticos y unidos.
Mirna says
“El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales”
―Bertolt Brecht