La gran mentira a voces del crecimiento infinito, de una obsolescencia programada necesaria, de unos recursos naturales infinitos se implanta en los países occidentales. En los emergentes se vende esa mentira como “desarrollo” y se reivindica el derecho a crecer a cuenta de una igual o mayor explotación de sus recursos como antes hicieron y hacen otros.
Los ciudadanos de unos países huyen de la miseria a países como el nuestro. Nuestros ciudadanos, por su parte, huyen de la pobreza y el paro a países más ricos. Y, curiosamente, los grandes empresarios del primer mundo se desplazan con sus grandes empresas a esos países sumergidos en la miseria para hacer negocios.

Ya no hay solo miedo al futuro. Hay resignación. Hay indefensión aprendida. Asimilada. Tatuada. Nos asusta el cambio porque, cuando cambiamos, sabemos lo que perdemos, pero no lo que podemos ganar. Y por eso no solo se necesitan ideas, se necesitan ideas que inspiren a la acción más allá de la reflexión.
Vivimos en una época en la que cada uno de nosotros podemos hacer algo para cambiar la economía y la sociedad, y orientarlas hacia un modelo más sostenible, humano y feliz. De hecho, el reto ya no es cambiar el mundo, es cambiarnos a nosotros mismos y ver si la suma de todos logra el cambio global. Y los diseñadores tenemos mucho que ver en ese cambio. Recordemos que en esta selección también se encuentra Victor Papanek:

Diseño excluyente, identificativo y necesario
El mundo actual es un mundo de productos que van desde lo funcional a lo totémico. Cada vez menos productos tienen un diseño práctico. Buscan un valor añadido que atribuye el marketing para vender la exclusividad o identidad de la marca por encima del valor útil.
Las desigualdades aumentan en tiempos de crisis. Y también en el diseño. Si hay tres grandes clases sociales, hay tres grandes diseños: el excluyente, el identificativo y el necesario. La necesidad es descendente: los consumidores, que caracterizan la lógica económica de hoy, engordan la clase de los excluidos y desprecian el diseño necesario.
La crisis moral (algunos dicen que también financiera) acelera el proceso de degradación al tiempo que el asombroso desarrollo de la ciencia y la innovación no discurre paralelo al desarrollo social. Y, de repente, a alguien se le ocurre decir que gracias a la innovación, la autoestima de una niña depende de si le brilla el pelo o no. ¡WTF!
El diseño tiene una responsabilidad que debe asumir. Una función social que no puede obviar.
La gran mayoría de productos responden al modelo de consumo capitalista, constante generador y abastecedor de “necesidades” de consumo. El principal fin de la producción de objetos es hacer crecer el capital de la industria y las marcas sobre todas las cosas, sin importar si se atenta contra el medio ambiente, si se explota a los trabajadores, si se desplaza a pequeños productores y a la economía local, y sin importar, incluso, la calidad de los mismos productos. No lo tienen en cuenta los productores, pero tampoco, y en esto tenemos gran parte de la culpa, lo tenemos en cuenta los compradores.
Cada uno de nosotros debe ganar su batalla y empezar a vivir una vida más coherente con sus ideales y su ética. Lo que hacemos cada día marca la diferencia. Aquello que compramos y lo que no, cómo tratamos a los demás, qué conversaciones tenemos o qué comentarios consentimos en nuestra presencia, qué ropa vestimos o incluso qué comemos.
“Cuando estoy trabajando en un problema nunca pienso en la belleza. Solo pienso en cómo solucionar el problema. Pero cuando he terminado, si la solución no es bella, sé que es incorrecta”. —R.Buckminster Fuller
La belleza de lo funcional
“Lo que funciona se vuelve hermoso” decía Rafael Marquina. Rafael era de una escuela de pensamiento del diseño en el que si este no responde a una necesidad, no es diseño, es una frivolidad. Nunca le preocuparon las cuestiones estéticas. En el caso de sus famosas vinagreras, que no gotearan, que se pudiera ver el color del líquido que contenían, la cantidad que quedaba, etcétera.
Rafael creía que lo que funcionaba, se convierte en hermoso. Estaba convencido de que la mente llega a considerar hermoso lo que responde a un planteamiento lógico. Y no es el único:
“Me gustan los números porque con ellos verdad y belleza son lo mismo. Te das cuenta cuando las ecuaciones empiezan a resultar bellas. Ves que los números te acercan al secreto porqué de las cosas”.
—Jericho (Enigma, 2001)
Sin embargo, abandonó el diseño porque consideraba que no podía ponerse en contra de la sociedad de consumo. Perdió la batalla. El mercado necesitaba cambiar de modelos para fomentar el consumo. Como diseñador, él no aceptó hacer productos por el simple hecho de surtir al mercado, no le parecía deontológico. Para él, cualquier producto debe obedecer al intento, exitoso o no, de mejorar otro anterior.
En momentos de crisis tendemos a esperar que desde las instituciones políticas o desde las grandes empresas se adopten medidas que produzcan un cambio positivo en nuestra sociedad, sin ser conscientes de que, cada vez más, el poder de cambiar las cosas solo está en nuestras manos. Quizás tengamos poco margen de maniobra, pero es unas responsabilidad explorar al máximo ese margen.
Solo una ciudadanía consciente y comprometida será capaz de hacer frente y resolver los problemas a que nos enfrentamos como sociedad enferma e infeliz. El empoderamiento ciudadano necesita de infraestructuras, educación… pero también de ciudadanos, consumidores y padres valientes.
“Al nivel más fundamental, la naturaleza, por alguna razón desconocida, prefiere lo bello”.
David Gross, físico
Repensar el diseño y redefinir la innovación
Una de las conclusiones de los estudios realizados por los expertos en innovación y desarrollo social es que no existe una receta perfecta. Cada comunidad tiene sus particularidades y lo que le ha funcionado en a persona en su comunidad no tiene por qué funcionar en otra. No hay fórmulas cerradas y si fuese una fórmula cerrada, no sería innovación.
“Innovación no es evolución. Innovación es romper paradigmas, no avanzar en lo que ya se está haciendo”.
Lotfi EL-Ghandouri
Las personas son el centro de la innovación. Tú eres el centro de la innovación. De ti surgen las ideas, las motivaciones y las ambiciones que dan lugar al cambio social. Los círculos sociales son los vínculos que unen la diversidad de perspectivas de las personas.
La evolución humana está marcada por la innovación. Es el oxígeno de nuestra sociedad. El control del fuego, la agricultura o la democracia son ejemplos de grandes innovaciones que han marcado nuestra historia. La actual crisis económica, financiera y moral es una ocasión única y tenemos que estar a la altura. Debemos pensar y actuar como nunca antes lo hicimos con un único temor: que todo siga igual.
Nos negamos a creer que no hay alternativa para el diseño. Para los diseñadores. Diseñemos un futuro distinto. Construyamos un nuevo presente.
¿Te sumas al reto?
Hay que sumarse, no dejemos que nos lleve la corriente de este inmundo río..
Hay que hacerlo, no dejemos que nos lleve la corriente de este inmundo río..
Claro que me sumo al reto, desde Loja – Ecuador