La economía y el desarrollo de un país se miden por el Producto Interno Bruto (PIB). ¿Pero sirve el PIB para reflejar lo que pasa en una sociedad?.
La Felicidad Nacional Bruta (FNB) o Felicidad Interior Bruta (FIB) es un medidor que define la calidad de vida en términos más holísticos y psicológicos que el Producto Interior Bruto (PIB).
El término fue propuesto por el rey de Bhután Jigme Singye Wangchuck en 1972 como respuesta a las críticas de la constante pobreza económica del país.
Este concepto tenía aplicabilidad a la economía de Bhután, cuya cultura estaba basada principalmente en el budismo. Mientras que los modelos económicos convencionales observan el crecimiento económico como objetivo principal.
El concepto de FNB se basa en la premisa de que el verdadero desarrollo de la sociedad humana se encuentra en la complementación y refuerzo mutuo del desarrollo material y el espiritual.
Los cuatro pilares de la FNB son la promoción del desarrollo socioeconómico sostenible e igualitario, la preservación y promoción de valores culturales, la conservación del medio ambiente y el establecimiento de un buen gobierno.
El estadístico Nic Marks pregunta por qué medimos el éxito de una nación por la productividad, en lugar de hacerlo por la felicidad y el bienestar de su pueblo. Presenta el Índice de Planeta Feliz, que indica el bienestar nacional en función del uso de recursos (porque una vida feliz no tiene que costar la Tierra). ¿Qué países están mejor ubicados en el IPF? Tal vez te sorprenda.
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FELICIDAD INTERIOR BRUTA
Occidente mira a Buda y a Bután, un remoto país oculto entre las cumbres del Himalaya. Bután recoge en cierta medida aquellas teorías que emergieron en los años 70 desde la economía ecologista y el movimiento feminista para replicar al todopoderoso PIB como único medidor del bienestar de una sociedad.
En este rincón del Himalaya ya han puesto en práctica su felicidad interior bruta (FIB), que pretende evaluar el grado de bienestar de sus habitantes en función de parámetros como el grado de conservación de su entorno natural y de su patrimonio cultural o la distribución equitativa de la riqueza.
En tanto país budista, Bután presta especial atención a la naturaleza y, consiguientemente, al impacto del cambio climático.
Precisamente una de las principales críticas al PIB es que “es insensible al agotamiento de los recursos naturales que frecuentemente acompaña a las actividades económicas”, apunta Jordi Roca Jusmet, catedrático de Teoría Económica de la Universitat de Barcelona.
Para Roca Jusmet, “las variaciones del patrimonio natural no afectan al PIB, de forma que el ‘éxito económico’ de una economía puede esconder la destrucción acelerada de los recursos de los que depende sin que el PIB nos dé ningún aviso de ello”.
El PIB, en cuanto mide sintéticamente la actividad económica, es sencillo y fácil de aplicar; de hecho, su evolución positiva o negativa determina en buena medida el éxito o el fracaso de un gobierno, pero es limitado, pues obvia cuestiones cada vez más relevantes para las sociedades desarrolladas, como el tiempo dedicado al trabajo y al ocio o el valor de los ecosistemas.
NEW ECONOMICS FOUNDATION (NEF)
De momento, El IDH del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) diseñado por el premio Nobel Amartya Sen hace veinte años es la iniciativa que ha llegado más lejos.
Junto al IDH ha proliferado un variopinto abanico de índices, unos más científicos que otros.
Algunos han cobrado cierta notoriedad. La New Economics Foundation (NEF) de Londres ha elaborado el índice del planeta feliz (IPF), que en su última revisión (2009) lidera Costa Rica, un país cuyo PIB representa la cuarta parte del de EE. UU. El IPF combina esperanza de vida, con satisfacción vital y huella ecológica (concepto que evalúa el impacto sobre el planeta de un determinado estilo de vida) para establecer el bienestar de una sociedad.
“Si no eres pobre, tener más no significa ser más feliz; cuando los gobiernos presentan cada trimestre los datos del PIB también deberían dar a conocer la evolución del capital natural, es decir, si vivimos fuera de los límites de la tierra; de bienestar humano, si la gente tiene tiempo libre, sufre estrés…, y de justicia social, si los recursos están repartidos de manera equitativa”, apunta Aniol Esteban, responsable de Economía Medioambiental de la NEF.
Cada vez más economistas rechazan la idea de que más PIB signifique más bienestar. Puede subir el PIB y a la vez aumentar el número de parados y dispararse las desigualdades.
“Lo básico es darnos cuenta de que el objetivo de la sociedad no tiene por qué pasar por el crecimiento económico, sino por aspirar a la felicidad, que no es un concepto tan abstracto”.
La OCDE también ha iniciado un proceso de reflexión pues los 50 años de progreso económico no se han traducido en que los ciudadanos se sientan más felices y constata que la crisis económica invita con más vigor a que los gobiernos se afanen en hacer un diagnóstico más sofisticado de los escollos que limitan el bienestar.
http://www.youtube.com/watch?v=A–4ogcwNNc
La Encuesta Mundial de Valores fija mecanismos para determinar el grado de satisfacción vital; por ejemplo, en Estados Unidos la satisfacción vital se ha estancado desde los años setenta: el consumo ha aumentado, tienen coches más grandes, pero trabajan más horas y se declaran menos felices”, opina el filósofo Jordi Pigem.
BUTÁN, EL PAÍS BASADO EN LA FELICIDAD
Este índice de la felicidad fue propuesto en 1972 por el entonces rey de Bután, Jigme Singye Wangchuck, como respuesta a las críticas por la constante pobreza del país. Éste, tras la inesperada muerte de su padre, se convirtió en el monarca más joven del mundo, con 18 años y afirmando, durante su discurso de coronación que “la felicidad interior bruta es mucho más importante que el producto interior bruto”.
En Bután, el 80% de la población se dedica a la agricultura, además de a la venta de energía hidráulica a la India y el turismo. El nivel de alfabetización es bajo (59,5%) y la esperanza de vida es de 62 años. Se trata de un país muy retrasado, en el que su capital, Thimpu, no tiene semáforos y donde la televisión e Internet aparecieron en 1999. Aunque no es un país rico, en 2007 fue la segunda economía que más rápido creció en el mundo.
El gobierno de Bután es consciente de esto: “están los países modernos, y luego está lo que era Bután hasta los años 70. Medieval, sin carreteras, sin escuelas, con la religión como única guía. Son dos extremos, y la FIB busca el camino intermedio”, explica Lyonpo Thinley Gyamtso, exministro del Interior y de Educación.
Principios básicos de Bután
Así, los principales pilares para sostener la felicidad son cuatro:
Un desarrollo socioeconómico sostenible y equitativo.
La preservación y promoción de la cultura.
La conservación del medio ambiente.
El buen gobierno.
Cada uno de estos pilares se compone a su vez de nueve dominios:
Bienestar psicológico.
Uso del tiempo.
Vitalidad de la comunidad.
Cultura.
Salud.
Educación.
Diversidad medioambiental.
Nivel de vida.
Gobierno.
A través de estas guías se consigue que “de manera lenta pero sólida”, pasar de ser un país dependiente de la cooperación exterior a uno de “mediano desarrollo” en diez años, afirmó, en 2010, el primer ministro de Bután, Jigme Thinley.
Adaptación a la Democracia
Este país, entre India y China, un país altamente atrasado en multitud de aspectos; se convirtió en la democracia más joven en el año 2008.
Después de independizarse de India en 1949, ha estado prácticamente aislado comenzando una política gradual al mundo exterior con su tercer rey, Jigme Dorji Wangchuck, iniciando una apertura a la modernidad bajo el mando del cuarto rey Jigme Singye Wangchuck, que en diciembre de 2005 anunció que abdicaría a favor de su primogénito y que se celebrarían elecciones.
Cabe destacar, que el pueblo no recibía la democracia con los brazos abiertos, sino más bien estaban en contra. Fue el resultado de un largo proceso y de que “el pueblo aceptó sus palabras, porque se fían de él”, afirmó Lyonpo Sonam Tobgye, el presidente del Poder Judicial de Bután.
El 24 de marzo de 2008 se celebraron las elecciones parlamentarias. Se presentaron dos partidos y ganó el Partido de la Paz y la Prosperidad del actual primer ministro, Jigmi Thinley.
Después, en noviembre de 2008, Jigme Khesar Namgyel Wangchuck, de 28 años, hijo de Jigme Singye Wangchuck, se convirtió en el quinto rey de Bután y el primer monarca constitucional del país.
El 2 de abril pasado, la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York organizó una reunión de alto nivel sobre la felicidad y el bienestar. Concebida por el gobierno del Reino de Bután, y apoyada por 68 estados miembros, la reunión se llevó a cabo en medio de un turbulento ambiente dado por la crisis financiera mundial, el dramático cambio climático, la pobreza generalizada y el aumento de la neuroeconomía –factores que han sacudido el status quo y que han llevado la economía a una encrucijada.
La economía está a punto de cambiar, pero aún no está claro cómo. Lo que está claro es que el liderazgo moral e intelectual es esencial. La nueva comisión de Bután entrega una oportunidad valiosa para comenzar a construir una hoja de ruta para un nuevo modelo multidimensional de la economía del bienestar sostenible, fundada en el bienestar humano.
En TEDxCambridge, Michael Norton muestra los resultados de una investigación fascinante sobre cómo el dinero puede, en efecto, comprar la felicidad, cuando no lo gastamos en nosotros mismos. Prestemos atención a los datos sorprendentes sobre las muchas maneras en que los gastos en bien social pueden ser beneficiosos para nosotros mismos, nuestro trabajo, y (por supuesto) otras personas.
¿Qué es lo que te hace feliz?. Escríbenos un comentario y comparte qué factores deberíamos incluir en esta lista.
Creo que a medida que un país es mas rico, comienza a perder su felicidad, probablemente la ignorancia de muchas sociedades las mantiene con un alto nivel de felicidad, creo que no son necesarias tanto la economia buena como la felicidad para, verdaderamente ser feliz.