INFORMACIÓN PERTENECIENTE AL
PRIMER CURSO DE CONSUMO COLABORATIVO EN LENGUA HISPANA.
El espíritu de resistencia de los consumidores hacia la obsolescencia programada, la estrategia comercial de reducir deliberadamente la vida de un producto para incrementar su consumo, está creciendo. Y a esa tendencia opositora se suman ahora las propias empresas. Frente a los muchos fabricantes que diseñan productos o servicios de tal modo que, tras un periodo de tiempo calculado de antemano, se vuelven obsoletos o inservibles consiguiendo el incremento de las ventas y la aceleración del consumo, hay otros tantos dispuestos a abandonar esas prácticas. Un ejemplo muy conocido en Euskadi es el de Koopera, un proyecto dedicado a la reutilización de aparatos eléctricos y electrodomésticos.
Esta organización y el resto de las que rechazan la elaboración de productos diseñados para morir rápidamente, podrán ser distinguidas con un sello que certifique ese buen hacer. Se trata del sello ISOPP, innovación Sostenible sin obsolescencia programada, al que puede aspirar cualquier organización que cumpla un decálogo de buenas prácticas. Entre ellas destacan que los productos sean reparables por un coste menor al de comprar uno nuevo o que la garantía del producto sea superior a los dos años obligatorios por ley. Lo novedoso de este sello es que se otorga además de manera gratuita.
Tras más de 9 años de investigación, el polémico empresario español Benito Muros junto a un grupo de ingenieros internacionales, ha desarrollado la tecnología y la fórmula necesarias para fabricar una bombilla que tiene una duración de por vida.
De hecho, Benito Muros relata los problemas que ha tenido que afrontar para poder comercializar su bombilla, va a dedicar sus esfuerzos a concienciar a la sociedad sobre los peligros de la obsolescencia programada. Para ello, ha creado el llamado Movimiento SOP (Sin Obsolescencia Programada).
Benito Muros ha fabricado con un grupo de ingenieros una bombilla para durar toda la vida (garantía de 25 años), es decir, sin esa fecha de «estropeado programado» que comparten, por pura cuestión de lucro, todos los aparatos electrónicos.
El empresario Benito Muros, propietario de la compañía OEP Electrics y con cuya bombilla hemos abierto este tema, lo tiene claro: «No, no es ético».
«Los fabricantes que llevan a cabo estas prácticas -asegura-, no se dan cuenta de que están utilizando unas materias primas que cogemos del Tercer Mundo a muy bajo precio, para devolverlos después también al Tercer Mundo en forma de residuos muy peligrosos». Esto, a su juicio, «pone en peligro la sostenibilidad de un planeta ya mermado de recursos».
El tiempo nos dirá si con su iniciativa logra cambiar una mentalidad que se encuentra arraigada por su cotidianidad. Por ahora, son muchas las voces críticas con la propuesta de este español.
¿QUÉ ES LA OBSOLESCENCIA PROGRAMADA?
Curiosidades cotidianas: Antes un frigorífico duraba treinta años, ahora seis. Unas medias de nailon prácticamente irrompibles se dejaron de fabricar. Ahora tenemos baterías que se ‘mueren’ a los 18 meses de ser estrenadas, impresoras que se bloquean al llegar a un número determinado de impresiones, bombillas que se funden a las mil horas… ¿Por qué, pese a los avances tecnológicos, los productos de consumo duran cada vez menos?
Qué es: la característica de fábrica que hace que los aparatos electrónicos sean programados para que duren un tiempo determinado.
Cuándo se inventó: durante la revolución industrial. El concepto se desarrolló entre 1920 y 1930. Antes, un empresario o sus suministradores de materia prima montaban su negocio con dinero familiar. Entonces los bancos les dijeron: “Amplíen su negocio, vendan más, yo les dejo el dinero”. Curiosamente, la banca tuvo también gran parte de culpa en esto.
Créditos al consumo: Ya tenían controlado todo el ciclo de vida del producto pero querían multiplicar esos intereses y decidieron acortar la vida de los productos. Así llegamos a los años setenta forjando las bases para que el 80% de la riqueza del mundo se concentraba en el 20% de la población. (Ahora se la reparten un 7%).
La fusión perfecta: Bancos que tienen empresas y empresas que tienen bancos: las multinacionales, que hacen que los productos duren menos y se vendan más.
Daños colaterales: Además de influir en la economía doméstica, también supone una sobre-explotación de los recursos de la Tierra y generación de residuos innecesarios.
OBSOLESCENCIA PERCIBIDA
En muchas ocasiones, con ayuda del marketing y la publicidad sustituimos algunos objetos por otros, no porque ya no funcionen, sino porque han pasado de moda.
En 1954 el diseñador industrial Clifford Brooks Stevens habló por primera vez de la obsolescencia percibida. La definió como “el deseo del consumidor de poseer una cosa un poco más nueva, un poco mejor y un poco antes de que sea necesario”.
En este video que parodia a la marca Apple, refleja como la obsolescencia percibida nos impulsa a comprar nuevos productos y a deshacernos de aquellos que aún están en buen estado.
Todos los años las principales empresas de tecnología, imitando a la industria de la moda, sacan nuevos modelos de sus aparatos electrónicos, con algún añadido que aparentemente los hace más novedoso. Las funcionalidades en muchos casos son las mismas o muy parecidas. Lo único que realmente parece importante es la apariencia de «diferente y novedoso».
En definitiva, se trata de manipular al consumidor para que se sienta valorado socialmente por contar con lo último en tecnología y realmente lo consiguen ya que han conseguido generar en el usuario esa necesidad de «lo nuevo» más allá del valor real del producto. Por ejemplo, Vodafone nos invita no sólo a esperar a que se averíen, “consumiremos”, como mínimo, uno nuevo cada año… y olvidando el peligro de contaminación que suponen:
http://www.youtube.com/watch?v=zuHoCy1-a5E
EL DOCUMENTAL CLAVE PARA ENTENDERLO
«Comprar, tirar, comprar»; un documental que nos revela el secreto: obsolescencia programada, el motor de la economía moderna.
Rodado en España, Francia, Alemania, Estados Unidos y Ghana, este documental hace un recorrido por la historia de una práctica empresarial que consiste en la reducción deliberada de la vida de un producto para incrementar su consumo porque, como ya publicaba en 1928 una influyente revista de publicidad norteamericana, «un artículo que no se desgasta es una tragedia para los negocios».
http://vimeo.com/23524617
¿Comprarías un móvil si supiera que está programado para dejar de funcionar tras 200 horas de uso? ¿Y una bombilla que se va a fundir tras 500 horas de utilización? La pregunta no debería ser si lo harías, sino si al menos, sabemos que ya lo estamos haciendo.
Gran parte de los productos que compramos en la actualidad están hechos para que dejen de funcionar pasado un determinando tiempo. De esta forma, sus fabricantes obligan al consumidor a comprar un producto nuevo, incrementando sus ingresos y, por tanto, sus beneficios.
Esa programación del fin de la vida útil de un producto se denomina obsolescencia programada o planificada y no solo perjudica a nuestro bolsillo sino que pone en peligro la sostenibilidad del planeta al suponer un derroche constante de recursos.
LA HISTORIA DE LAS COSAS
Desde su extracción hasta su venta, uso y disposición, todas las cosas que hay en nuestras vidas afectan a las comunidades, y sin embargo la mayoría de todo esto se oculta. La Historia de las Cosas es un DVD entretenido, dinámico y cargado de datos, que describe en 20 minutos el lado oculto de nuestros patrones de producción y consumo. La Historia de las Cosas expone las conexiones entre una gran cantidad de problemas ambientales y sociales, y hace un llamado a que nos unamos para crear un mundo más sustentable y justo. Les enseñará mucho, les divertirá y puede que cambie para siempre la visión que tienen sobre las cosas.
RECOMENDADÍSIMO: http://www.storyofstuff.org/
EL PRIMER GRAN CASO: LA BOMBILLA
El 21 de octubre de 1879, Thomas Alva Edison presentaba una lámpara práctica y viable que permanecía encendida durante 48 horas ininterrumpidas. Unos meses después, las autoridades estadounidenses le concedieron la patente del que se considera uno de los inventos más útiles de la historia.
Han pasado casi dos siglos y, hoy en día, las lámparas de luz siguen siendo el motor de nuestra sociedad. Teniendo en cuenta el tiempo transcurrido desde que Edison patentó su invento, cabría pensar que las bombillas que utilizamos hoy en día son mejores que las de antaño. Pero no, son peores. Y no porque no tengamos la capacidad necesaria para hacerlas más eficaces, sino porque los fabricantes las hacen, a propósito, con una programación de vida limitada.
Cuando la bombilla fabricada por Edison comenzó a comercializarse, se anunciaba a bombo y platillo que, gracias a su filamento de gran estabilidad, tenía una duración de 1.500 horas. Unos años después, en 1924, otros fabricantes anunciaban lámparas con una duración de 2.500 horas.
Y sin embargo, esta bombilla que lleva 111 años encendida.
Hoy en día, sin embargo, una bombilla incandescente convencional tiene aproximadamente unas 1.000 horas de vida, lo que supone, aproximadamente, un año de uso. Es decir, casi 200 años después, con todos los avances que se han producido en el ámbito de la ciencia y la tecnología, no solo no utilizamos bombillas mejores sino que las actuales se estropean antes que las pioneras.
EL CÁRTEL «PHOEBUS»
Pero, ¿por qué ocurre esto? Imagine que es un fabricante de principios del siglo XIX, y que sus ingenieros han conseguido crear una bombilla que dura, por ejemplo, 150 años. Al principio, usted estaría feliz, porque sus bombillas se venderían como churros, lo que incrementaría sus ingresos. Pero, ¿qué ocurriría pasados, pongamos, dos o tres años desde su comercialización? La respuesta es sencilla: Que nadie las compraría y sus ventas caerían en picado.
¿El motivo? Su bombilla sería tan buena que nadie necesitaría comprar otra en más de un siglo. Es probable que, con el tiempo, su idea, en un principio brillante, dejara de parecérselo. O quizás, incluso, que acabara arrepintiéndose del logro conseguido, teniendo en cuenta que, a la larga, había supuesto el fin de su negocio. Pues eso es lo que les pasó a los fabricantes de bombillas.
Pronto descubrieron que prolongar la duración de la vida de las mismas solo supondría el fin de sus lucrativos negocios. Por eso, un 25 de diciembre de 1924 se reunieron en Ginebra representantes de algunas de las compañías de la industria de las lámparas de luz más importantes del mundo.
Ese día, decidieron crear un cártel mundial para controlar la producción de lámparas de luz que recibió el nombre de ‘Phoebus’. El objetivo era controlar el mercado de estos productos y garantizar la viabilidad de sus negocios.
Entre otras medidas, decidieron que «la vida media de las bombillas de iluminación general no debía ser garantizada u ofrecida por otro valor que no sea las 1.000 horas».
Con el tiempo, el cártel fue denunciado y, en teoría, dejó de funcionar. Pero la práctica que recomendó, reducir a propósito la vida de las bombillas, sigue en vigor actualmente.
http://www.youtube.com/watch?v=m9ndeDGR7fk
LA BATERÍA DE APPLE
Aunque famosas por ser pioneras, las bombillas no son los únicos productos fabricados para quedarse obsoletos en un momento determinado. Hay muchísimos ejemplos más: las medias de mujer, menos resistentes hoy en día que a mediados de siglo, cuando se anunciaban a prueba de carreras; las impresoras, que llevan incorporado un chip que les impide funcionar tras realizar un determinado número de copias…
De hecho, recientemente se habló de un posible caso de obsolescencia programada relacionado con otro de los aparatos electrónicos más vendidos en la actualidad, el reproductor de música iPod, de la compañía americana Apple.
Pocos meses después de salir el primer iPod al mercado, en medio de una tremenda campaña publicitaria, el director de cine estadounidense Casey Neistat y su hermano ponían contra las cuerdas a la compañía de Steve Jobs con la realización de un vídeo en el que se denunciaba la corta vida de las baterías de estos aparatos.
Sostenían que estaban programadas para durar tan solo entre ocho y doce meses. El problema es que la batería estaba soldada al reproductor de música, con lo cual su inutilización obligaría al cliente a tener que cambiar el aparato por otro más nuevo al poco tiempo de haberlo adquirido por un elevado precio.
El corto provocó un verdadero revuelo y a la compañía de la manzana le empezaron a llover las denuncias de clientes. El asunto se zanjó en los tribunales con el compromiso de Apple de asegurar dos años de vida en sus iPods y de crear un departamento de recambios para aquellos modelos que no ofrecían la posibilidad de un cambio de batería.
¿HAY ALTERNATIVAS?
Junto a esta falta de consciencia que representa el consumismo coexisten personas que aportan ideas y trabajos que están fundamentando una nueva humanidad. El químico Michael Braungart y el arquitecto William McDonough, autores del libro «De la cuna a la cuna», son un claro ejemplo de ello.
Se suele relacionar con «sociedad de consumo» a la adquisición de bienes materiales sin valor significante, consumidores poco concienciados, y uso irresponsable de los recursos naturales. Actualmente consumir constituye el interés central de nuestra vida social y nuestros valores culturales.
Este consumo no siempre es de bienes materiales, sino que también valores intangibles que un producto o servicio nos ofrece. Es precisamente la irresponsabilidad de la producción industrial, y de los diseñadores, la que ha degenerado en que esta desvinculación entre los usuarios y los productos.
Se ha calculado que el 80% de los productos y materiales que pasan por las manos de un consumidor se convierten en basura a las seis semanas. Resulta desalentador pero el mundo no es así. Lo hacemos así. ¿Qué os parece si empezamos a diseñarlo de otra forma?
El diseño sostenible no debe entenderse como metodología para reducir el impacto de productos desechados. Los diseñadores de productos o servicios, deberíamos plantear el diseño sostenible como una responsabilidad social corporativa que no sólo preste atención al reciclado de productos o la producción biodegradable, sino que además debería trabajar el significado del uso de esos productos y la vinculación de las personas con sus bienes de consumo.
http://www.youtube.com/watch?v=Fs15ejoEAqM
Frente a «diseño sostenible», muy relacionado con los productos ecológicos, otros términos como el «diseño social» o «social design» se han convertido en los últimos años en un término para referirse a prácticas creativas que inciden en la sociedad creando soluciones positivas de cambio social. Desgraciadamente, sus enfoque, aunque en esencia no son contrarios, suelen están distanciados de los enfoques comerciales, y muy relacionados con los diseños marginales, las asociaciones sin ánimo de lucro o la nueva oleada de emprendedores sociales.
El diseño social ha estado promovido por el «activismo en el diseño» aunque historia que se remonta al origen mismo del diseño y ha resurgido como respuesta a ciertas situacuones de cambio geopolítico, a condiciones sociales, prácticas económicas y desafíos medioambientales.
El diseño social es plantear una idea constructiva que nos ayude a comunicar y significar un proyecto. Este debe ser coherente con la producción de objetos o servicios útiles a la sociedad y valerse de propuestas éticas y recursos materiales compatibles con el medioambiente y el contexto social.
Actualización:
Festivales como Obsolescencia Reprogramada Make It Up son grandes citas contra la obsolescencia y reune a diseñadores, artesanos, ingenieros, investigadores, emprendedores sociales, artistas y programadores para que diseñen “objetos duraderos, útiles, abiertos y conectados”. Sígueles la pista para estar al día de los avances en la lucha contra la obsolescencia programada.
PREGUNTAS PARA ALUMNOS DE CONSUMO COLABORATIVO
¿En qué medida somos responsables de perpetuar esta «sociedad de consumo»? ¿Conoces casos o iniciativas alternativas a la «obsolescencia programada»?
[…] casos aquí expuestos hacen alusión a una problemática duradera y un futuro sin solución, hay varios emprendimientos interesantes que ya están en marcha. El químico Michael Braungart y el arquitecto William McDonough, autores […]
Por cierto conocéis alguna web donde se publiquen productos de calidad y otros que se rompan pasada la garantía? si no tenemos que crearla