En innovación económica todo lo que necesita ser dicho, ya se ha dicho. Ocurre que nadie estaba escuchando y todo debe decirse de nuevo.
Parece que los antiguos modelos han entrado en crisis y no funcionan, o les queda poco tiempo de vida. Estamos en el escenario perfecto para dar salida al nuevas iniciativas de innovación y emprendimiento social. Mucha gente ve este momento con pesimismo o incredulidad, pero nosotros pensamos que es una oportunidad única para empezar a creer que otra realidad sí es posible y diseñar juntos una nueva forma de hacer las cosas.
“No existe una mejor prueba del progreso de una civilización que la del progreso de la cooperación.” John Stuart Mill
En un mundo en el que parecen primar los intereses individuales también hay espacio para una nueva forma de hacer las cosas. La economía de la colaboración y el consumo colaborativo cobran fuerza. Cuando no actúas como piensas, acabas pensado como actúas. Y llevamos tanto tiempo actuando como si no fuera posible el cambio, que ahora que es posible, muchos aún tienen dudas. Pero ha llegado y crece a cada paso: economía de la colaboración.
Pero ¿cómo podemos convertir la solidaridad en “innovación económica?
Compartir objetos pero también tiempo y conocimiento. Dos cabezas piensan más que una, sin embargo, el ser humano tradicionalmente ha preferido rodearse de personas de una forma de pensar semejante a la suya a la hora poner en práctica sus iniciativas: los equipos de gobierno de los países o los consejos de administración de las empresas son un claro ejemplo de ello. Sin embargo, está demostrado que la auténtica fuerza de un grupo la genera las diferencias y diversidad que hay entre sus miembros. La igualdad genera unión pero no fuerza. Genera inmovilización, no cambio.
“La fuerza reside en las diferencias, no en las similitudes.” Stephen Covey
El viejo modelo de negocio tiene unas características muy rígidas y cerradas. Se aferra a una estructura jerárquica y depende exclusivamente del personal interno e homogeneizado para desarrollar la empresa.
El tipo de organizaciones que proponemos, en cambio, co-crea con todos, especialmente con sus clientes, comparte recursos que anteriormente se hallaban celosamente guardados, aprovecha el poder de la colaboración masiva y, más que como una multinacional, se comporta como una empresa realmente global.
Para romper con ese molde apareció hace unos años un nuevo concepto que evoca algo que ya se hacía antes: la economía de la colaboración masiva, que podemos encontrar asociados a los términos ingleses: Collaborative consumption y wikinomics.
Estos modelos proponen una alternativa en el que provecha las ventajas que ofrecen Internet (gracias a la Web 2.0 y sucesivas) y a los cambios sociales, culturales y económicos que se están produciendo.
Unen estas ventajas y proponen crear una nueva economía en el que el ciudadano interconectado recupere el concepto de comunidad. “Wikinomía” es una metáfora de esta nueva era de colaboración y participación basada en la confianza perdida ante el “igual a nosotros” frente a esa confianza que habíamos depositado en las grandes empresas. La Red ha dejado de ser algo pasivo, vertical, impuesto por unos pocos. Ahora todos tenemos algo que aportar, todos somos protagonistas activos y partícipes directos.
Internet no es un depósito de conocimientos, sino el pegamento que une las relaciones sociales. Y esta nueva generación está trasladando este ethos interactivo a ámbitos de la vida cotidiana como el trabajo, la educación y el consumo. 2004 fue una fecha clave: el año en que nació la Web 2.0.
Si no conoces las historia de cómo sucedió y qué implicaciones tiene en el cambio social y cambio de mentalidad en la inteligencia colectiva, puedes descargarte de forma gratuita el libro “Planeta Web 2.0” y conocer las claves de esta revolución digital.
Realizando un breve resumen: Los “perdedores” de esta revolución creaban páginas web estáticas; los ganadores desarrollaron comunidades activas de usuarios y plazas públicas donde interactuar y compartir. Si la evolución continúa, las empresas monolíticas, autónomas y centradas en sí mismas, estarán también condenadas a la extinción.
Del Ágora a la era Wiki
El ejemplo paradigmático de la importancia de la interacción y cocreación es Wikipedia. Cualquiera que haya buscado el significado de un concepto o la trayectoria de un personaje en internet se ha topado con ella. Una enciclopedia construida gracias al “esfuerzo colaborativo” de multitud de personas de todo el mundo que la actualizan continuamente.
Está basada en la producción entre iguales. A día de hoy, para aprovechar todo el talento, es más importante la infoestructura que la infraestructura.
En definitiva, para cualquier empresa que decida adoptar este modelo, “el mundo será su departamento de I+D”. Los principios de la Wikinomía son:
- Ser abiertos
- Interacción entre iguales
- Compartir
- Actuación a escala global
Inteligencia colectiva
La inteligencia colectiva inspira los principios básicos de la Wikinomía y constituye el núcleo de la colaboración masiva. Se ha de impulsar la inteligencia de las multitudes y la capacidad productiva de la gente.
Nadie puede saberlo todo, pero todos sabemos algo.
A través de la colaboración colectiva se pude aprovechar un caudal de talento que excede lo que se podría contratar a tiempo completo. “En lugar de delegar en 4 expertos que aportan 1000 horas cada uno, delegas en 100 personas que aportan 40 horas cada una”. Sólo se requiere el deseo de crear y las plataformas de colaboración.
Revalorizar la universidad y la enseñanza
El aprendizaje colaborativo cambiará el proceso de enseñanza. Gracias a la tecnología actual podemos adoptar nuevos modelos colaborativos y sociales de aprendizaje. Inmersión y aprendizajeen grupo serán elementos clave de la nueva pedagogía.
El mejor ejemplo es la iniciativa del MIT Open Course Ware, quizá la aportación más importante y rentable de los últimos 10 años al conocimiento mundial. O la Wikiversidad. Estamos caminando hacia la Universidad 2.0. Las claves del cambio llegarán:
- adoptando el aprendizaje colaborativo como el modelo pedagógico básico.
- creando nuevos modelos de ingresos y colaboración entre instituciones de educación superior.
- cambiando los sistemas de incentivos para premiar no sólo la investigación, sino los resultados en la enseñanza.
La ciencia, por su parte, se beneficia enormemente de la colaboración masiva. Tenemos, por ejemplo, Science Commons, un derivado de Creative Commons, que está desarrollando un nuevo modelo de patentes para que las empresas compartan tecnologías sostenibles. Otra interesante iniciativa vinculada a esta idea es Green Xchange, la cual promueve el reconocimiento del liderazgo intelectual que subyace a las tecnologías compartidas, de modo que se atribuya el mérito debido a las empresas que ceden tecnología.
El progreso comienza con la creencia firme de que lo necesario, es posible.
De las ideas a los productos: el consumo colaborativo
Hay un nuevo movimiento de colaboración y producción social en el que individuos, empresas y organizaciones se inspiran para obtener nuevos modelos de solución de problemas. Se produce un profundo contraste entre un conjunto de instituciones estancadas y que no sólo han perdido el rumbo, sino también el sentido de su creación. Estas instituciones giran en torno a un estereotipo de pensamiento y organización jerárquico, propio de la era industrial frente y a este nuevo modelo de instituciones construidas desde la participación ciudadana, basadas en principios como la transparencia, la colaboración y el uso compartido de los datos y de la propiedad intelectual.
Una variante de la economía de la colaboración es el llamado consumo colaborativo. Donde se da un paso más: de la colaboración a través de las ideas brillantes se avanza incluyendo también el consumo compartido de bienes y servicios.
Quienes comparten coche para ir a trabajar lo practican. También quienes escuchan música en Spotify. Maxime Leroy, en su proyecto documental Collaborative Cities recoge todas las iniciativas que en torno a la colaboración están surgiendo en el mundo. Una nueva economía florece y parece que todos tenemos algo que decir. También en España:
¿Utiliza el coche solo los fines de semana? ¿La plaza de párquing que tiene en propiedad queda vacía la mayor parte de la jornada? ¿Tiene una habitación en casa que no utiliza? ¿O un libro que ya ha leído y está en la estantería llenándose de polvo? Compartir estos bienes con otras personas y, de paso, sacar algún provecho es la filosofía de lo que se denomina “consumo colaborativo”. Coloquio entre Albert Cañigueral, fundador y editor de www.consumocolaborativo.com; y Arantza Suso, responsable de Udaltruke, plataforma para el intercambio de bienes entre ayuntamientos socios de la asociación de desarrollo rural Enkarterrialde.
Además de una economía al servicio del hombre, bien dimensionada y que no invade todos los ámbitos de la actividad humana, es preciso que la economía responda a una realidad y se base en actividades, bienes y servicios verdaderos. De lo contrario, el dinero se multiplica de forma artificial, a través de diversos instrumentos y mecanismos de estafa legal, generando una burbuja financiera que acaba por estallar al descubrirse que la riqueza real solo se corresponde con una ínfima parte de todo ese dinero ficticio en circulación. Hablamos de crear verdadera riqueza y progreso frente a esta obsesión perversa por desplazar beneficios hacia las manos de quienes no lo producen.
[…] de la crisis no es tanto económica, sino de “falta de confianza en el prójimo”. Y por ende, la confianza en el prójimo podría ser la […]